Lo compré en mi reciente estancia en Estambul, en la que asistí a una ceremonia de derviches giróvagos, cuyas danzas son hipnotizantes y conmueven.
El muñeco reproduce muy bien el movimiento circular sobre sí mismo, que hacen los derviches, el gesto del ensimismamiento, con una mano que recibe del cielo y la otra que entrega a la tierra.
Está comprado en un antiguo bazar o mercado que hay anexo a Santa Sofía, que es más tranquilo y selecto que el Gran Bazar.
Asistí a una ceremonia sufí de la rama Mevlevi, que, para ellos, es un viaje espiritual. En la cabecera de la sala hay una piel de cordero, de color rojo, que simboliza la existencia, sobre la que se coloca el maestro espiritual o sheikh.
El muñeco reproduce muy bien el movimiento circular sobre sí mismo, que hacen los derviches, el gesto del ensimismamiento, con una mano que recibe del cielo y la otra que entrega a la tierra.
Está comprado en un antiguo bazar o mercado que hay anexo a Santa Sofía, que es más tranquilo y selecto que el Gran Bazar.
Mercado junto a Santa Sofía |
Tienda de alfombras, kilims y cojines |
Los derviches o semazenes se quitan sus capas, presentan sus repetos al sheikh (de donde procede la palabra "jeque") y empiezan a girar. El semazen (derviche que gira) lleva una ropa que significa la muerte del ego; el sikke es un tocado de color tierra que simboliza la lápida del ego; la capa negra representa la tumba; el vestido blanco simboliza el sudario del difundo.
Derviches giróvagos que representan a las estrellas, junto al que simboliza la luna |
Los derviches entran en el círculo y sus brazos están cruzados sobre sus pechos, significando la unidad de Dios.
Danzan
tres veces: el primer ciclo significa la creación del sol, la luna y
las estrellas, el segundo la creación del mundo vegetal y el tercero del
reino animal; la danza está acompañada por el sonido de la batería o bendir y la flauta o ney.
La mano derecha está abierta en dirección al cielo, que simboliza los bienes que reciben de Dios, y la izquierda hacia abajo, hacia la tierra, simbolizando que no se quedan nada para ellos.
En mi estancia en Estambul, he tenido ocasión de probar las delicias turcas, que realmente lo son, aunque, por su aspecto, parecen empachosas. Y me encanta especialmente el té de manzana, que se sirve en el plato de cerámica y el vasito de cristal que veis en la foto, sobre un kilim que compré en el bazar egipcio.
Las calles de Estambul son ruidosas y pobladísimas; hay cientos de mezquitas, a cual más encantadora. En todos estos enlaces os muestro imágenes que he realizado la semana pasada en la antigua Constantinopla.
Té de manzana, turco, sobre kilim |
Las calles de Estambul son ruidosas y pobladísimas; hay cientos de mezquitas, a cual más encantadora. En todos estos enlaces os muestro imágenes que he realizado la semana pasada en la antigua Constantinopla.
Hasta en la aventura de Corto Maltés, "La casa dorada de Samarkanda",de Hugo Pratt aparecen los derviches giróvagos.
Os dejo un enlace con la canción de Franco Battiato, Voglio vederti danzare, que hace alusión a esta danza repetitiva.
Bandera de Turquía |
Felicidades por el blog, está muy interesante y ¡¡¡actualizado!!! (algo no muy frecuente en los blog que circulan por Internet)
ResponderEliminarYa le he enviado a mis amigos coleccionistas de trompos esta figura, pues aseguran que el derviche danzando es como un trompo humano.