En todo este tiempo hemos seguido haciendo labores y manualidades, pero el cambio de vida (la jubilación) y de ciudad (de Roma a Madrid) y la mayor dedicación a la escritura, ha hecho que tuviéramos un poco olvidado este blog. Pero aquí estamos, con unos collares de cordón, tejidos con lana.
Viendo las fotos, me doy cuenta de que ya he hecho un montón de collares y se los he ido regalando a mis hermanas, mis amigas y conocidas. Como no pesan, son prácticos para las mujeres maduritas.
Aquí veis a mi hermana, luciendo estupendamente el primer collar que le hice. Curiosamente los
ovillos los compré en el rastro de los domingos de Roma, el Porta Portese, que estaba al lado de mi casa. Y cuando se me ha acabado la
lana, he encontrado la misma, "Verto di Roma" Bruma, en un chino de al
lado en Madrid. ¡Milagros de la globalización! La lana que utilizo va cambiando de color y eso me gusta porque hace que el cordón no sea monócromo, sino que varíe de claro a oscuro e incluso de tonos.
El
cordón se teje con un aparatito que se llama algo así como "Tricotín" y un ganchillo.
El mío lo compré en la tienda que para mí es la meca de las labores en
Madrid, el Almacén de viuda de Pontejos.
Como apenas pesa ni la lana ni el instrumento con el que se hace el cordón, lo llevo a mano, hasta en el avión, para distraerme cuando se me hace pesado el vuelo.
Aquí tenéis distintos modelos; para los que tienen varios eslabones, por ejemplo tres, hay que hacer cuatro cordones de tamaño más pequeño, como estos de las fotos.
En uno he utilizado tres eslabones del mismo color negro, pero diferentes formas (redondo, cuadrado y rectangular) y en el otro distintas formas y materiales (metalizado y transparente). Quedan fenomenal sobre un jersey de lana clara.
No obstante, el modelo que más me gusta es el sencillo de un colgante de tamaño mediano, como éstos.
En estos dos collares el cordón es doble, y así se aprecia mejor la variación de las tonalidades de la lana.
El primer collar que hice fue el más sencillo, que tiene una rosca de colgante, en el que se anuda el cordón, cuyos extremos se cosen, y es del que me he quedado uno para mí.
Prefiero poner colgantes de pasta, de coco, de resina o de plástico, porque no pesan ni son molestos para el cuello, como lo serían si fueran de piedra. Estos son de Pontejos y están en vías de desaparición.
Si no se encuentra el aparatito, se puede hacer también con un rulo del pelo y horquillas, como se ve en la foto. La lana y un ganchillo son los únicos materiales. En este enlace de Pim pam teje podéis ver cómo se hace.
El origen de los modelos de collares que veis a continuación, con varios colgantes cada uno estuvo en un error. Como me pongo a tejer por la noche, mientras veo la tele, entre que me duermo y no veo bien, me equivoco y se interrumpe el cordón; en vez de desecharlo, conservo el trocito de cordón y cuando tengo varios trocitos, confecciono el collar, que puede ser con tres colgantes del mismo material pero distinta forma, como éste:
En este enlace podéis encontrar manualidades distintas para hacer con los cordones tejidos de lana.